El factoring es una fórmula financiera cada vez más popular tanto para acelerar el cobro de facturas como ante el eventual retraso de algún cliente o deudor en el pago de sus facturas. La empresa cede sus facturas a un tercero denominado “factor” en la terminología anglosajona a cambio del cobro inmediato del importe de la factura con un descuento.
No sólo eso sino que algunas empresas llegan a dar un uso habitual a esta formula de financiación debido a las ventajas adicionales que les reporta, la principal la de no depender de la prontitud o lentitud de sus deudores y, en buena medida, evitar o aminorar el riesgo de impago cobrando de inmediato la factura, con una mejor política de liquidez.
Sin embargo, no siempre puede evitarse el riesgo de impago. Tiene dos categorías principales de servicios: el factoring con recurso y el factoring sin recurso. Con el primero, la empresa vendedora sigue siendo responsable de la deuda en caso de impago, mientras que el factoring sin recurso significa que el factor asume todo el riesgo de impago. Lógicamente, esta segunda categoría es más cara que el factoring con recurso debido al mayor riesgo asumido por el factor.
Especialmente adecuada para compañías con facturas voluminosas
Con este servicio la empresa puede mejorar su eficiencia administrativa y reducir su carga y algunos costes derivados de la gestión de cobro de las facturas, especialmente en determinados ámbitos, y permitir a dicha empresa una mejor previsión y cálculo de los ingresos, con un comportamiento más regular. Esta opción puede ser especialmente adecuada para compañías con facturas muy voluminosas, que le pueden permitir, además, mayor capacidad de negociación con la compañía de factoring.
Por el contrario, para otras muchas empresas, el factoring es una formula poco idónea, bien porque tienen clientes desconocidos, sin historial claro de pagos o incluso poco fiables, o bien porque sus ventas son por pequeños importes, con facturas de pequeñas cantidades, sobre las que el servicio de factoring puede reducir el margen de forma cuantiosa. Por otra parte, no les será fácil encontrar una compañía de factoring a la que le interese la compra de dichas facturas.
Analizar bien las circunstancias de nuestro negocio para optar por el factoring
Es necesario por todo ello analizar adecuadamente las circunstancias de nuestro negocio a la hora de contratar un servicio de factoring, sabiendo que los costes no sólo pueden variar en función del tipo de facturas que queremos ceder, por su volumen o por la calidad y reputación del cliente, sino que se trata de una alternativa que suele resultar más costosa que otras como una línea de crédito o un préstamo. Eso sí, una vez decididos a elegir esta opción puede aportar no sólo una vía alternativa de financiación sino una mayor eficacia y rapidez de cara al cobro de clientes y tambien una mayor eficiencia y menor coste administrativo, junto con una reducción del riesgo de impago.