La liquidez y las necesidades de tesorería de muchas empresas se han visto muy afectadas en el período de pandemia del Covid 19. Sin embargo, muchas de las consecuencia y carencias aflorarán en un futuro próximo, con importantes daños y secuelas financieras, especialmente para las empresas de menor tamaño.
Los quebrantos pueden potenciarse aun más tras la pandemia por las circunstancias macroeconómicas que comienzan a percibirse, especialmente las tendencias inflacionistas, los desajustes entre oferta y demanda y los problemas logísticos y de suministro, que está generando serias dudas e incertidumbres respecto de la capacidad de recuperación de las economías.
El acceso al efectivo durante la pandemia ha sido mucho más fluido que en la Gran Crisis, mediante el crédito, los avales y el recurso a los mercados para poder cubrirse de los posibles estrangulamientos en la tesorería que la crisis del Covid parecía poder inducir, y así ha sido, en buena parte de las empresas, sobre todo las de menor dimensión.
Complementar las medidas y ayudas anteriores
Pero, ¿se ha superado la situación con las medidas y las acciones durante la pandemia por parte de los bancos centrales y los gobiernos?, o mejor aún, ¿cómo complementar esas medidas con otras que ayuden a las empresas a recuperarse y recorrer un camino que se presenta espinoso y complejo en los próximos meses y, para algunos, en los próximos años?
Los riesgos siguen ahí y si no se acometen las decisiones y las ayudas que el nuevo período requiere, después de que la pandemia haya deteriorado fuertemente los recursos propios de numerosas empresas o hayan generado un endeudamiento excesivo, surgirán nuevas dificultades, que pueden llevar a un buen número de compañías a su desaparición.
Serías advertencias acerca de la poca fiabilidad de las previsiones de crecimiento
El escenario macroeconómico plantea además serias incertidumbres acerca de la intensidad de la recuperación, en España ente otros países, con serías advertencias acerca de la poca fiabilidad de las previsiones de crecimiento, que pueden verse aminoradas en los próximos años. Sumemos a ello la posibilidad de nuevos shocks de carácter pandémico o de otro tipo que puedan llevarnos de nuevo a un estado generalizado de debilidad.
En este escenario, el acceso de las empresas a las fuentes de financiación continúa siendo crucial para evitar que los problemas de liquidez se transformen en problemas de solvencia. Esto afecta tanto a la financiación a través de recursos propios como de recursos ajenos, aunque pueda existir el riesgo de alcanzar un grado de apalancamiento nocivo, que dificulte la financiación futura.
eSe hace necesario conocer al milímetro las disponibilidades de efectivo y optimizarlas ante un horizonte incierto
Por ello deben establecerse mecanismos ajustados para conocer al milímetro sus disponibilidades de efectivo y optimizarlas sabiendo que estamos ante un horizonte incierto en cuanto a la salida esta situación. Resulta por tanto obligado desarrollar alternativas ante distintos escenarios y no simplemente establecer un calendario temporal.
En este contexto, la labor del CFO aparece como básica no sólo para atravesar esta crisis sino también para posicionarse de cara al momento en que se salga de ella. Para ello, Mckinsey establece tres ámbitos de trabajo: seguridad inmediata y supervivencia, estabilización del negocio a corto plazo en previsión del regreso a la normalidad, y preparación a más largo plazo con movimientos audaces en la recuperación, basándose en su experiencia con empresas que han superado situaciones críticas y han sabido posicionarse ventajosamente respecto a sus competidores.
Conocer al milímetro las disponibilidades de efectivo y optimizarlas ante un horizonte incierto en cuanto a la salida de esta situación
En todo caso, el CFO debe establecer de forma inmediata mecanismos ajustados para conocer al milímetro sus disponibilidades de efectivo y optimizarlas sabiendo que estamos ante un horizonte incierto en cuanto a la salida esta situación. Resulta por tanto obligado desarrollar alternativas ante distintos escenarios y no simplemente establecer un calendario temporal.
Junto a ello, resulta imprescindible un programa de comunicación para toda la organización sobre la situación, los planes y respuestas previstas, para que todos los departamentos asimilen esta “cultura del efectivo” y, actúen respondiendo a ella.
La comunicación deberá extenderse a los órganos de gobierno y al consejo de administración, así como a los inversores para trasladarles la confianza de que se están tomando las medidas necesarias para responde a la crisis y prepararse para el futuro.
Propuestas para superar a los competidores
Desde este enfoque, la consultora americana afirma que las empresas que supieron trazar esta estrategia lograron mejoras de la productividad y una mejor posición en el momento que llegue la normalidad. “Como resultado, superaron a los competidores, en la década siguiente”.
Finalmente, la consultora americana aporta una serie de propuestas para superar a los competidores: una resignación y reestructuración de recursos buscando un incremento extraordinario de ingresos o una reducción de gastos del orden del 30-40%, mejorar la cartera mediante fusiones y adquisiciones y desinversiones, un fuerte impulso a la digitalización en busca de mayor productividad con objetivos ambiciosos, y un liderazgo en la comunicación y la empatía con los empleados para “aliviar las dudas, disminuir la distracción y mantener a las personas motivadas”.