La quiebra de SVB y la caída de Credit Suisse han disparado las alarmas en el ámbito empresarial y financiero, pero la mayor inquietud ante una posible tormenta perfecta financiera se centra en una inflación más duradera de lo anunciado, que está sorprendiendo a todos, analistas, supervisores y operadores; así como en unos tipos de interés subiendo a velocidades nunca vistas, y una incertidumbre internacional y geopolítica dominada por la guerra de Ucrania. Para que no falte nada, en nuestro país nos encontramos de lleno en un año electoral.

Más aún, según algunos analistas la amenaza de recesión que parecía alejarse puede volver en la segunda parte de 2023 debido a las “turbulencia en todo el sistema bancario”, con una disminución del 0,3 % en el producto interno bruto para todo el año, como ha dicho el economista jefe de Fannie Mae, Doug Duncan, una entidad que es de suponer que vigila de cerca las amenazas financieras.

Ante este panorama no cabe esconder la cabeza debajo del ala ni permanecer de brazos cruzados. No cabe el “wait and see”, es necesario analizar los escenarios posibles y preparar la reacción y las decisiones a tomar ante las distintas eventualidades.

La inestabilidad económica se prolongará a lo largo de 2023 y 2024 como mínimo. Los propios bancos centrales vienen transmitiendo que no lograrán controlar la inflación y llevarla al entorno del 2% antes de 2025. Quizá ni eso. Y un período de alta inflación se traduce en una menor demanda salvo en determinados sectores en los que podría generar un mayor gasto de forma transitoria entre aquellos que están decididos a comprar algo que creen que estará más caro en los próximos meses precisamente por la inflación.

El BCE y la FED señalan hacia una política monetaria restrictiva y de altos tipos, salvo que se produjera una caída súbita de la actividad

Las últimas decisiones del BCE y la FED señalan hacia un sostenimiento de la política monetaria restrictiva y de unos altos tipos de interés, salvo que se produjera una caída súbita de la actividad y el crecimiento económico y el empleo.

Los factores que marcarán la situación financiera

Prepárense, por tanto, para una situación financiera marcada por los siguientes vectores:

-Aumento del gasto público, del déficit público y de la Deuda Pública.

-Como consecuencia un drenaje de fondos del sector público que “secará” la financiación privada, junto con un “credit crunch”, una dificultad de acceso al crédito que se viene notando ya, especialmente por parte de las empresas de tamaño mediano y pequeño. Este drenaje puede ser especialmente significativo en España en este año electoral por la actitud gastona de las administraciones públicas en busca de votos.

-Todo ello puede generar problemas de liquidez y tesorería en muchos empresas y reducir la inversión en aquellos proyectos que no se consideran vitales para el negocio.

Reducción o congelación de determinadas ayudas e incentivos públicos a medio plazo, tendencia que puede llevar a la  insolvencia a numerosas empresas, especialmente aquellas que han estado más “dopadas” en los últimos tiempos por las ayudas derivadas de la pandemia. Será muy importante, por ello, la utilización eficaz de los Fondos Nextgeneration de la UE.

Problemas para el negocio doméstico pero también en el exterior, para la exportación que ha sido nuestra tabla de salvación para muchas empresas.

Aspectos a vigilar

Las empresas deben tener muy en cuenta estos posibles escenarios y vigilar y proteger los aspectos clave de su actividad, en especial la liquidez y la tesorería. Tambien ahora resulta vital el consejo de Mackinsey que reproducía Guía de la Financiación Empresarial no hace mucho respecto a ello: “el efectivo no es solo el rey, ahora es crítico para la supervivencia”.

Gestión de los suministros, diversificar y acercar proveedores, e identificar productos o servicios que añadir para reducir nuestra exposición

Como ya viene sugiriéndose desde hace meses, es fundamental una adecuada gestión y previsión de los suministros para evitar estrangulamientos en la oferta y, junto a ello, intentar en los posible diversificar y acercar a los proveedores, así como identificar productos o servicios que podamos añadir a nuestra oferta para reducir nuestra exposición a los que actualmente ofrecemos. Por ejemplo, una empresa de alimentos que diversifica su oferta con productos para la higiene personal podría estar más protegida si hay una disminución en la demanda de alimentos.

Son tiempos de contención de los gastos, especialmente en aquello que nos permita mantener la rentabilidad de los negocios, e incluso, si es necesario deshacerse de algún área no prioritaria que no sea rentable, o buscar alianzas o fusiones con otras empresas que contribuyan a crear una economía de escala que nos haga más eficientes y rentables.

Finalmente, en estos tiempos es necesario para capear el temporal con más  holgura, tratar de ampliar nuestras fuentes de financiación para evitar el riesgo de estrangulamientos de la tesorería por una excesiva dependencia de nuestros financiadores habituales.