José Jorge Sanz González
Nos encontramos en mitad de una crisis climática sin precedentes. Es por esto que para alcanzar la transición “econo-ecológica” necesaria, no solamente debemos tener como objetivo aquellas industrias “verdes” en su naturaleza, sino también impulsar otras industrias intensivas en consumo de carbono, como el acero, el cemento o los productos petroquímicos hacia un cambio en su modelo productivo.
La transición “econo-ecológica” necesita tanto de los adoptadores tempranos (compañías de energía renovable) como de los tardíos (combustibles fósiles) para que, todos en la misma dirección, impulsen una economía más verde y más sostenible en el tiempo.
Un elemento clave de esta transición, ha sido el mercado de bonos verdes, si bien hay que reconocer, que no todas las empresas están en condiciones de emitir bonos verdes, sociales o de sostenibilidad dado su modelo de negocio, bien debido a su base de carbono o bien debido a las limitaciones de sus recursos internos.
Bonos de transición: una nueva herramienta de financiación climática en el horizonte
Así pues, precisamente para no dejar atrás a nadie ni a ninguna industria, ha surgido la idea de los bonos de transición en los círculos de financiación climática global, desde finales de 2019. Pero, ¿qué son exactamente?
Un bono de transición permite a los actores e industrias que están excluidos de los sectores tradicionales de las finanzas verdes tener acceso a fuentes de financiación para sus esfuerzos de transición, con base en ciertos criterios y plazos. Diversos actores han lanzado ya sus definiciones sobre “¿Qué debe ser un bono de transición?. AXA primero y Credit Suisse después (en conjunción con Climate Bonds Initiative (CBI)) han publicado “position papers” a este respecto.
Sin embargo, dado el énfasis en mantener la integridad (y la responsabilidad) de esta transición, se vuelve fundamental que los bonos de transición contengan la mayor transparencia posible en sus compromisos climáticos, sobre todo a nivel de entidad.
Es lógico pensar que dados los sectores a los que apuntan, dichos bonos no solamente recibirán un mayor escrutinio por parte de sus inversores sino también de otras partes interesadas involucradas en la transición ecológica-económica (ej. actores de la sociedad civil, reguladores).
Los datos son el nuevo oro
Los datos son el nuevo oro de los mercados financieros y serán cruciales para dar credibilidad a los bonos de transición como clase de activo, precisamente para propiciar comparaciones a nivel mundial y sectorial. Esta posibilidad de hacer comparaciones es la condición que permite crear un mercado.
Los primeros lugares para buscar datos relacionados con las finanzas sostenibles suelen ser entornos de mercado organizados; como la plataforma de intercambio verde de Luxemburgo (LXE) para valores sostenibles. Los agregadores de datos cumplen una función de creadores de mercado al proporcionar y facilitar transparencia e intercambio de información financiera de todo tipo.
Precisamente, LXE ha desarrollado un centro de datos centralizado, el Centro de datos de intercambio verde de Luxemburgo, que recopila información sobre una gama de valores sostenibles (incluidos datos ESG sobre bonos verdes, sociales y sostenibles), lo que proporciona un alto nivel de granularidad, cuya falta es una de las barreras que típicamente indican los inversores en este mercado.
La regulación
Algo que ha caracterizado a las finanzas sostenibles desde su concepción ha sido su capacidad de auto-regularse. Conforme han ido aumentando el número de normas internacionales que diversos actores han promulgado, éstas van realizando un esfuerzo de armonización. Esto es algo deseado ya que los inversores buscan claridad y transparencia, la cual poco a poco comienzan a encontrar entre esta maraña de definiciones y datos.
En este sentido la regulación de la UE basada en una taxonomía diseñada de abajo hacia arriba, se centra en proyectos, sectores y aspectos a nivel de actividad (EU Taxonomy). Por otro lado, un enfoque tipo paraguas, puede tratar de tomar como mejores prácticas, acuerdos marco como la del equipo de trabajo para divulgaciones relacionadas con el clima (TCFD).
Algo que ha caracterizado a las finanzas sostenibles desde su concepción ha sido su capacidad de auto-regularse
Sin embargo, lo más recomendable es no decantarse por uno u otro escenario, ya que en verdad se necesitan tanto aspectos granulares como de alto nivel para trabajar de la mano para lograr una transición exitosa de la economía. La pregunta abierta aquí es ¿cómo combinar ambas aproximaciones?
Por último, en lo que respecta a la regulación de la divulgación, la UE está liderando el camino con la regulación que entrará en vigor en marzo de 2021; lo que significa que los datos financieros extremadamente relevantes relacionados con el clima pronto estarán disponibles para las empresas e inversores que operan en esta región.
Compromiso corporativo para una transición exitosa
La transición es también una cuestión de compromiso y de construcción de reputación en esta nueva economía baja en carbono. Una distinción importante para un emisor en transición debe ser el nivel general de compromiso y de estrategia con el que aborden los impactos climáticos y se adapten a esta nueva economía. Los inversores encuentran que los emisores que son serios acerca de la transición no sólo mostrarán esto a través de la participación en la responsabilidad social corporativa (RSC) de nivel, sino también en la estrategia de la empresa.
Las divulgaciones también son un factor importante para permitir una mejor toma de decisiones para la mayoría de los inversores en la transición. Aunque los inversores tienen sus propias medidas de evaluación, siempre es mejor tener una plataforma comparable para comprender la estrategia de una empresa y su progreso actual en la transición. Por lo tanto, indicadores ambientales y sociales de impacto van a ser importantes indicadores de progreso.
Haciendo un enlace con el apartado anterior, los inversores ven el etiquetado de taxonomía como un importante precursor de la debida diligencia que se debe llevar a cabo en potenciales inversiones. Es en este punto, donde los análisis detallados de carteras y acciones, pudiendo llegar incluso a incluir la calificación crediticia de riesgo climático de las empresas en el contexto de transición, pueden desempeñar un papel clave en el cambio de mentalidad de los inversores. ¡Al final, es un proceso circular!
Tiempos y oportunidad de las transiciones
En este contexto de transición “econo-ecológica”, los inversores van a utilizar criterios temporales, como son “las fechas de expiración” para asignar prioridades a sus inversiones. Sin embargo, son los gobiernos los que deben “fijar” estas fechas de expiración siguiendo sus prioridades de política climática y en conjunción con la industria.
Así, clasificamos los activos y actividades de transición como: Activos varados (no puede ser alineados con los objetivos globales de transición y deben ser ya eliminados- ej. generación de energía a basé de carbón) o Activos provisionales (todavía útiles pero que deberán ser discontinuadas para 2050 -ej. generación de energía a partir de deshechos).
Como se ve en el caso del objetivo europeo carbono neutral para 2050, se debe impulsar el mapeo de las vías de producción de emisiones por sector, con objetivos bien definidos a cada 5-10 años para seguir el progreso. Los inversores también son conscientes de que sin una retirada de subvenciones públicas en estos sectores, los esfuerzos para la transición no serán suficientes.
Sin embargo, otras economías están en extrema necesidad de liderazgo y la voluntad política cuando se trata de la aplicación de dichas normas de divulgación o políticas. Por lo tanto, queda una pregunta abierta sobre el tipo de presión que impulsará tales cambios políticos a nivel mundial, y si será debido a que los mercados se muevan primero o debido a correcciones de rumbo basadas en los impactos climáticos.
Concluyendo, no importa que nueva herramienta de financiación climática esté en el horizonte (bonos de transición, bonos verdes o de otro tipo) – el deber fiduciario de un inversor, la responsabilidad social de la empresa y el consenso en la toma de decisiones de los gobiernos – son factores fundamentales para impulsar la transición econo-ecológica que debemos realizar.