Seamos realistas, pidamos lo imposible

Juan Carlos Villanueva
Juan Carlos Villanueva

Esta expresión, nacida en las revueltas callejeras de mayo del 68, entre estudiantes y obreros franceses, que provocó globalmente un giro social copernicano y puso contra las cuerdas al gobierno de De Gaulle, puede servirnos para analizar el momento actual, especialmente en la financiación verde y sostenible, tan contradictorio y desafiante.

Seamos realistas. La coyuntura es compleja, con incertidumbres geopolíticas, económicas y financieras, con un cambio de ciclo en la política monetaria hacia una estrategia más restrictiva.

El clima internacional se oscurece con la Guerra de Ucrania. Se acabó el dinero barato y se elevan los tipos de interés. Suben los precios. Las Bolsas dudan. La recesión sigue siendo una amenaza, aunque parece atenuarse; y se amenaza el empleo. La financiación sostenible se ha resentido también, como no podía ser de otro modo.

La regulación y las normas en este terreno siguen siendo descoordinadas y poco estandarizadas, provocando confusión y reservas en muchos de los operadores.

Existe en algunos un cierto “postureo sostenible” y se quiere abarcar demasiado

Existe, además, en algunos un cierto “postureo sostenible” y dispersión en el foco y en los mensajes sobre los objetivos. Se quiere abarcar demasiado. Es necesario centrar el tiro y avanzar eficazmente aprovechando al máximo cada euro destinado a proyectos sostenibles, orientarlos hacia las necesidades más urgentes y los sectores y actividades con mayor retorno climático, social y sostenible.

Los gobiernos y los supervisores están preocupados ante el auge del greenwshing, y así comienzan a transmitirlo.

Y sobre todo, al ritmo al que vamos será imposible cumplir los objetivos del Acuerdo de París o los ODS de Naciones Unidas. Esa es la realidad. No basta lo que se está haciendo, no basta con discursos bonitos. The Economist resumía esta falta de pulso diciendo que nos lleva solo hacia un “capitalismo despierto” o a establecer un “cártel climático”.

Pidamos lo imposible. Ante esta situación no cabe resignarse. Las advertencias y las alertas de los expertos siguen en pie sobre los riesgos de episodios catastróficos en el ámbito climático.

Hay que pedir más generosidad y más compromiso al sector financiero para recuperar el ritmo de los últimos años.

La generosidad será rentable. Aporta valor financiero y reputacional, y se penalizará a quien no se financie de forma sostenible en el futuro. Subir ya la apuesta por un mercado verde es una estrategia ganadora.

Subir ya la apuesta por un mercado verde es una estrategia ganadora

En los próximos años la demanda de productos y servicios verdes superará la oferta y las empresas que hayan llegado antes se beneficiarán de esta situación, como señala el reciente informe Winning in Green Markets: Scaling Products for a Net Zero World realizado por WWF con Boston Consulting Group.Toda prisa y exigencia es poca porque la ciudadanía, cada vez más concienciada, va a exigir responsabilidades. De hecho, las demandas comienzan a extenderse dado el vigor del activismo y su eco en la ciudadanía y la opinión pública.

La Unión Europea tiene que avanzar más rápido en su normativa y sus requerimientos en este terreno si no quiere que su declarada ambición se torne en una especie de Torre de Babel regulatoria.Es también necesario aumentar el perímetro de acción desde sus actuales focos principales a otros ámbitos como la Biodiversidad y capital natural; así como extender el uso de métricas adecuadas para saber qué es sostenible y qué proyectos o compañías no lo son, con datos y compromisos reales, más cercanos y concretos, arrinconando el greenwashing que deteriora la calidad y la confianza en este mercado que tiene en su rigor y credibilidad su principal fortaleza.

Mucho trabajo por hacer.

Juan Carlos Villanueva es Editor de Guía de la Financiación Empresarial y Secretario General de OFISO