“A escala mundial, estamos en la aproximación hacia un aterrizaje suave, pero el avión aún no ha tocado la pista. Para este año se proyecta un crecimiento de 3,1%, frente al 2,9% anunciado la última vez que nos reunimos. La inflación ha disminuido más rápidamente de lo esperado. En nuestro escenario base, se prevé que la inflación general mundial descienda a 5,8% este año, y a 4,4% el próximo”. Estas son las previsiones de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, tras la conclusión de la primera reunión de los Ministros de Hacienda y Gobernadores de bancos centrales del G20.
Aunque califica de alentadoras estas magnitudes, alerta sobre tres cuestiones:
- La primera, los riesgos de que las previsiones no se cumplan. Uno de ellos es una persistencia prolongada de la inflación debido a posibles escaladas de precios resultantes de shocks geopolíticos y otros trastornos de la oferta —tales como fenómenos climáticos— o de la distensión de las condiciones financieras, todo lo cual podría restarle ímpetu a la normalización de la política monetaria. Por otra parte, también es posible que la inflación retroceda aún más rápidamente de lo previsto, lo cual a las claras nos beneficiaría a todos.
- Segundo, no podemos darnos por satisfechos porque el crecimiento todavía es débil: 3% en términos interanuales, comparado con un promedio de 3,8% en la década previa a la pandemia de COVID-19. Y lo que es aún peor, en muchos casos la causa es el bajo nivel de productividad; en los países que atraviesan un buen momento, como Estados Unidos y algunas economías de mercados emergentes, la productividad ha avanzado.
- En tercer lugar, seamos conscientes de que si las tipos de interés se mantienen más elevados durante más tiempo, los riesgos podrían recrudecerse en el sector financiero, y por eso debemos vigilarlos concienzudamente. Debemos estar atentos a los primeros indicios de tensiones y afrontar sistemáticamente las vulnerabilidades, sobre todo en el caso de las instituciones financieras no bancarias.
Nos aproximamos a un aterrizaje suave, pero el avión aún no ha tocado la pista
La directora del FMI señala las tareas a los bancos centrales en relación con la inflación: “la decisión de recortar (tipos) y a qué ritmo debe estar delicadamente calibrada con el riesgo de proceder con exagerada lentitud y dañar el crecimiento”. y a los Gobiernos, “perseguir la consolidación fiscal para recuperar el margen de maniobra y prepararse para los shocks que podrían avecinarse”. Para ello recomienda planes fiscales a medio plazo para concretar esa consolidación de manera paulatina y menciona las reformas estructurales como herramienta para promover la productividad, mejorar el crecimiento y elevar los niveles de vida.
Un sector financiero para el siglo XXI
En cuanto a la innovación financiera “que está acelerando y moldeando los pagos y las finanzas” recuerda que es fuente de beneficios pero tambien de riesgos.
- Respecto a las monedas digitales de bancos centrales (MDBC). Ofrecen la posibilidad de mejorar la facilidad de acceso, así como la estabilidad y la eficiencia de los pagos, tanto locales como internacionales. Y esa posibilidad ya se está transformando en realidad. Pero debe estar garantizadala interoperabilidad desde el primer instante.
- Respecto a los criptoactivos, afirma “que exigen como respuesta exhaustivas políticas y regulaciones” ante los riesgos de uso para fines delictivos.
- Finalmente Georgieva manifiesta interés por avanzar en el terreno de los pagos transfronterizos y las innovaciones en el mercado financiero, como la tokenización de activos.
Financiación para el desarrollo y deuda
Georgieva ha lamentado que la financiuación del desarrollo esté perdiendo terreno en lugar de ganarlo y el hecho de que “el elevado servicio de la deuda constituye un problema para varios países sumamente vulnerables, ya que limita los recursos que podrían destinarse al desarrollo”.