El crecimiento exponencial de la deuda pública de determinados países europeos para financiar las necesidades de gasto originadas por la crisis del COVID19, “el enorme atracón de endeudamiento público” como lo define Bloomberg, amenaza con hacer estallar los acuerdos europeos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que limitan los ratios de déficit al 3% del PIB y el de la deuda al 60% del PIB con amenaza de sanciones para los infractores.
En la actualidad, estos límites se han convertido en papel mojado después que en 2021, la Comisión Europea activó una “cláusula de escape”, que liberaba a los países de los limites ante la necesidad de gastos extraordinarios para paliar las consecuencias humanas, sociales y económicas derivadas de la pandemia, aunque la suspensión concluye en 2023 y en ese momento deberá acordarse un nuevo escenario entre los países miembros.
La suspensión de los límites de déficit concluye en 2023 y en ese momento deberá acordarse un nuevo escenario entre los países miembros
Según afirma Bloomberg, tanto Mario Draghi, presidente del Gobierno italiano como el presidente francés, Emmanuel Macron, “están presionando para liberar sus economías de las restricciones prepandémicas de la UE“, contra las resistencias de los países del norte, los más austeros y responsables con su endeudamiento.
Está en juego el crecimiento económico
Sobre el tapete en relación con este debate está el futuro crecimiento económico de un buen número de países y del área euro en general en función del camino que se emprenda en los próximos años en relación con estos déficits que para muchos ha sido no sólo el salvavidas de la crisis sino el motor para el futuro crecimiento.
Los países mas austeros creen que la compra de bonos gubernamentales del BCE es una forma de “dopaje” que genera adicción y dependencia del BCE
Por contra, los países mas austeros y partidarios de regresar a las limitaciones del déficit consideran que la política de compra de bonos gubernamentales que está siguiendo el BCE es una forma de “dopaje” para quienes acuden a ella, que genera una adicción y una dependencia del BCE que resultará peligrosa a la larga. Lex Hoogduin, antiguo asesor del primer presidente del BCE, Wim Duisenberg concretaba recientemente este sentimiento al decir que “necesitamos la consolidación de la política fiscal en el futuro, para aliviar al BCE de esta carga y aumentar la resiliencia de la zona del euro”.
Dura pelea en 2022 con la presidencia rotatoria francesa
Se adivina una dura pelea en este terreno para 2022, con el acceso de Francia a la presidencia rotatoria de la UE. Es difícil pensar que las cosas pueden volver a ser como antes, con la exigencia que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento venía imponiendo y que se llegará a algún tipo de actualización y suavización. Pero ¿dónde está el punto de consenso?