La COP27 está muy cerca y se suceden las reflexiones sobre el estado actual de la lucha contra el cambio climático en un entorno sumamente incierto. Ahora le toca al Banco Central Europeo (BCE) que a través de Frank Elderson ha señalado que «los bancos deben adaptar la forma en que hacen negocios para tener en cuenta los riesgos ambientales y relacionados con el clima» y marca una fecha como límite para que «los bancos puedan gestionar completamente sus riesgos ambientales y relacionados con el clima»: finales de 2024.

El BCE exige a los bancos que sean «capaces de identificar, evaluar, controlar y mitigar los riesgos inevitables que se materializan a partir de las crisis climática y ambiental» paar lo que reconoce que «hay un largo camino por recorrer antes de que sean resistentes al cambio climático», por lo que advierte que «continuaremos ampliando nuestras actividades de supervisión».

El vaso no está ni medio lleno

Según el análisis que el BCE ha realizado sobre 186 bancos con unos activos totales de 25 billones de euros en torno a sus estrategias, gobernanza y prácticas de gestión de riesgos, «el vaso se está llenando lentamente pero aún no está ni siquiera a la mitad». Reconoce que  el cambio climático ha llegado a los niveles más altos dentro de los bancos pero aclara que no es suficiente hablar de ellos, se requiere actuar y señala tres ejemplos de deficiencias en la identificación de riesgos, la estrategia y el cumplimiento de los compromisos.

BCE: Detectamos puntos ciegos en el 96 % de los bancos en su identificación de riesgos ambientales

«Detectamos puntos ciegos en el 96 % de los bancos en su identificación de riesgos ambientales y relacionados con el clima en términos de sectores clave, regiones y factores de riesgo. Cuando los bancos evalúan los riesgos, aún no pueden comprender la magnitud total, ya que la mayoría no recopila activamente datos granulares de la contraparte y del nivel de activos. Y casi todos los directorios aún desconocen cómo se desarrollarán estos riesgos con el tiempo, qué nivel de riesgo preciso puede aceptar el banco y qué medidas tomará para controlar el riesgo excesivo», como primera cuestión.

«En segundo lugar, añade el análisis del BCE, los documentos de estrategia de la mayoría de los bancos están llenos de referencias al cambio climático, pero los cambios reales en las fuentes de ingresos siguen siendo raros. Los bancos ciertamente están interesados ​​en nuevas formas de negocios sostenibles y tienen planes para asignarles más fondos pronto. Muchos también están eliminando gradualmente actividades específicas, como la generación de energía con carbón térmico, y han comenzado a discutir la transición con sus clientes más intensivos en carbono. Sin embargo, con demasiada frecuencia aún no está claro cómo estos pasos iniciales protegen los modelos comerciales de los bancos de las consecuencias del cambio climático y la degradación ambiental en los años venideros. Por ejemplo, algunos bancos se han comprometido a alcanzar emisiones netas cero para 2050, pero no logran definir «cero neto» y no establecen objetivos intermedios. Dichos objetivos permitirían a los bancos orientarse activamente hacia sus compromisos».

Por último y en tercer lugar, «más de la mitad de los bancos han implementado marcos de políticas o han asumido compromisos ecológicos pero no los han puesto en práctica». Existen bancos que aún teniendo establecidos protocolos sobre cómo tratar a clientes de sectores contaminante no los aplican a algunos de ellos, y otras entidades que ignoran «las advertencias de sus propios especialistas. Estos bancos corren el riesgo de sufrir graves repercusiones en sus balances, en particular cuando públicamente hacen afirmaciones «verdes».