Sin sorpresas del BCE en Navidad. La última reunión del Banco Central Europeo en 2025, el 18 de diciembre, apunta a ser tranquilal tipo de depósito se mantendrá en el 2,0 %, sin grandes anuncios de política monetaria.

  1. La chispa viene de la rueda de prensa. Aunque la decisión en sí parece clara, las recientes declaraciones de Isabel Schnabel han elevado el interés. En una entrevista con Bloomberg, la miembro del consejo del BCE dejó caer que el próximo movimiento de tipos será al alza, aunque sin precisar fechas.
  2. Subidas sí, pero con paciencia. Esta visión refuerza la idea de que la inflación podría repuntar en el futuro, impulsada por el crecimiento salarial. Sin embargo, el consenso más prudente sitúa una subida gradual de tipos —del 2,0 % al 3,0 %— recién en la segunda mitad de 2027, no antes.
  3. Mercados algo nerviosos. Por eso, las fuertes reacciones del mercado tras la entrevista de Schnabel parecen exageradas. El BCE sigue cómodo con su postura actual y no muestra urgencia por cambiarla a corto plazo.
  4. La economía aguanta mejor de lo esperado. Desde junio, el BCE insiste en que está en un “buen lugar”. El crecimiento del tercer trimestre fue revisado al alza y el PMI compuesto alcanzó máximos de 30 meses, señalando once meses consecutivos de expansión de la actividad empresarial.
  5. Luces y sombras en el horizonte. Aunque las exportaciones siguen débiles por los aranceles, el euro fuerte y la incertidumbre política, se espera que estos factores pierdan peso en 2026. Mientras tanto, el empleo estable, el empuje del sector servicios y el estímulo fiscal alemán sostienen la economía.
  6. Inflación contenida… por ahora. La inflación ronda el 2 %, con riesgos bastante equilibrados para 2026. El euro fuerte y la llegada de productos chinos presionan a la baja los precios, aunque el gasto fiscal, el envejecimiento poblacional y los salarios acabarán elevando la inflación más adelante.
  7. ¿Schnabel, futura presidenta del BCE? Más allá de la economía, Schnabel también dejó entrever su ambición de suceder a Christine Lagarde. Sin embargo, las reglas europeas y el peso alemán ya presente en otras instituciones hacen que ese camino sea complejo y políticamente delicado.