Una transición ordenada hacia emisiones netas cero podría incrementar el PIB mundial en un 7% para 2050, afirma Network for Greening the Financial System (NGFS) en un reciente documento. Según esta institución que acoge a los princiopales bancos centrales, la transición hacia una economía sostenible y descarboniozada facilitaría cambios estructurales en las economías, orientando el consumo y la producción hacia alternativas bajas en carbono y promoviendo inversiones en energías renovables y tecnologías verdes.

NGFS recomienda en este informe, «La transición verde y la macroeconomía: una perspectiva de política monetaria» tres tipos de políticas para alcanzar estos objetivos: la fijación de precios de carbono, los subsidios e inversiones gubernamentales y regulaciones climáticas no basadas en el mercado.

El informe busca proporcionar una comprensión clara a los bancos centrales sobre los efectos macroeconómicos de la transición climática. Aunque los gobiernos lideran las políticas de mitigación del cambio climático, es crucial que los bancos centrales también comprendan estos efectos para tomarlos en cuenta en sus evaluaciones económicas y toma de decisiones. Las políticas de transición climática afectan de manera directa la economía, y sus efectos macroeconómicos se están haciendo visibles dentro del horizonte de la política monetaria, influyendo en las expectativas de consumo e inversión de los agentes económicos.

Uno de los grandes desafíos es la brecha entre las políticas actuales de reducción de emisiones y lo necesario para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Tanto el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) como la Agencia Internacional de Energía (AIE) han subrayado la necesidad de implementar políticas adicionales para cumplir con estos compromisos. La incertidumbre en la vía de transición puede afectar la inversión, mientras que los efectos de una acción climática tardía o insuficiente resultan en impactos macroeconómicos mayores debido a los daños físicos que genera el cambio climático.

NGFS considera que la transición afectará a todos los agentes económicos: hogares, empresas, inversores y gobiernos. Para los hogares, implica cambios en los precios de bienes y servicios, salarios y el valor de los activos, lo que impactará los ingresos y patrones de ahorro. Además, la acción climática tiene beneficios colaterales, como mejoras en la salud pública y reducción de la congestión y accidentes. Las empresas deberán adaptar sus decisiones de inversión hacia actividades de baja emisión de carbono, influenciadas por los costos, innovaciones tecnológicas y preferencias cambiantes de los consumidores.

Los gobiernos, por su parte, podrían obtener ingresos a través de la fijación de precios del carbono, aunque deberán financiar subsidios para tecnologías verdes, lo cual podría impactar sus resultados fiscales. Para los exportadores de combustibles fósiles, la transición representa un desafío mayor, mientras que las economías con abundantes minerales críticos se beneficiarán de nuevas oportunidades. En el ámbito fiscal, los beneficios de la acción climática, como una mejor salud pública, pueden reducir el gasto en salud, especialmente en economías emergentes donde la contaminación del aire tiene efectos dañinos.

Además, el impacto de la transición climática podría amplificarse por efectos financieros de retroalimentación y las expectativas económicas. Esto genera oportunidades y retos para bancos e inversores, quienes reasignarán capital de sectores intensivos en carbono a sectores de bajas emisiones. Las empresas de alta emisión podrían ver afectada su rentabilidad, valoración de activos y condiciones crediticias, mientras que las de baja emisión se beneficiarán. Estos cambios en las inversiones pueden generar volatilidad en los mercados financieros y afectar una variedad de activos.