De los proyectos a las promesas

Julián Romero Presidente Observatorio Español de la Financiación
Julián Romero

Pocas veces un año deja una huella imborrable en toda la Humanidad. 2020 dejará la de la Covid-19, un coctel de pandemia, dolor y crisis económica. En el mundo de las finanzas sostenibles, también ha impreso una huella imborrable, la eclosión de los bonos sociales.

Un segmento que se había mantenido minoritario, arrastrando la carga que siempre supone la dificultad de escalar proyectos y de medir impactos.  De pronto, los Principios de los Bonos Sociales, se han convertido en el instrumento perfecto.  El canalizador ideal para la financiación de los mecanismos extraordinario de ayuda creados para aliviar las graves consecuencias económicas de la pandemia. La herramienta hecha a la medida de su propósito.  Los volúmenes, 120.000 millones de euros emitidos, triplicando el tamaño de todas las emisiones realizadas hasta la fecha, demuestran como la herramienta se adapta firmemente al propósito.

Mientras esto ocurría en el ámbito de la financiación social, hemos asistido a cambios radicales en el andamiaje de las finanzas sostenibles.

Ya en 2019, asistimos a operaciones que testaban la estructura del mercado. Surgían iniciativas particulares, buscando consensos a la medida de operaciones singulares. Era la expresión de la emergencia climática, que en términos cuantitativos dejaban a la vista las limitaciones del sagrado principio del uso de los fondos.

Si ambicionamos llegar a tiempo al 2030 habrá que dar espacio a todos aquellos que se comprometan a participar en el desafío

Si de verdad ambicionamos llegar a tiempo al 2030 había que dar espacio a todos aquellos que se comprometan a participar en el desafío.

Así, con el crédito conseguido por un mercado saludable e integro, la propia gobernanza del mercado se lanzó a una ampliación valiente del espacio sostenible. Con urgencia y diligencia se han consensuado dos nuevos documentos que ampliarán los límites de las finanzas sostenibles a nuevos territorios. Los principios de los Bonos ligados a la Sosteniblidad que derriban la barrera de los “proyectos y actividades” y se extiende al de “las promesas y los compromisos”. Y el Manual de las Finanzas de la Transición Climática, invitación a los sectores intensivos en emisiones a comprometerse con una trayectoria alineada con los objetivos climáticos de Paris.  Esta ampliación de horizontes, bien la podemos sintetizar como la transición de los proyectos a las promesas.

2020 ha sido fructífero en promesas. La UE al frente, intensificó su compromiso de reducción de emisiones hasta el 55%, China sorprendió con la suya de alcanzar la neutralidad en 2060, Japón lo anticipó al 2050 y el cambio de rumbo en la política de los Estados Unidos completaron el poker de buenos augurios entre los grandes bloques económicos. Los compromisos de la neutralidad en emisiones, y los alineamientos con los objetivos del Acuerdo de París han sido una constante entre poderosos inversores y grandes corporaciones, incluida alguna petrolera.

Este panorama de promesas y compromisos es bienvenido, pero al mismo tiempo va a comportar esfuerzos adicionales en transparencia y en integridad. El diablo está en los detalles, y la amenaza del greenwashing y del fake green aumenta en el nuevo orden.

Los reguladores comienzan a entregar normativa de obligado cumplimiento, un factor que impulsará y reforzará las buenas prácticas.  Nos gustaría ver también pronto a los supervisores tomando una postura más activa. Aspiramos a un crecimiento sostenido y para ello necesitamos aumentar la transparencia, reportando datos e impactos que den materialidad y confianza al sistema.

Las huellas también sirven para marcar los caminos y las finanzas sostenibles marchan por uno largo y tortuoso, pero ahora más inclusivo.

Julián Romero es Presidente del Observatorio Español de la Financiación Sostenible-OFISO