Financiar la vacuna climática

Juan Carlos Villanueva
Juan Carlos Villanueva

La financiación sostenible avanza hacia su mayoría de edad. La crisis del COVID 19 pudo hacer pensar en la primavera de 2020 que la financiación sostenible sufriría un impasse y, sin embargo, se han realizado volúmenes record. La pandemia no ha hecho sino acrecentar la conciencia general de que el propósito corporativo y el compromiso con los factores ESG, no sólo defienden la sostenibilidad sino que aportan valor a las compañías, facilitan su financiación, fortalecen su reputación corporativa, retienen el talento y los mejores recursos humanos y refuerza su capacidad competitiva y su revalorización a largo plazo.

Las amenazas climáticas son reales y no están lejanas

La pandemia sufrida en 2020 nos ha hecho comprobar que existen amenazas formidables que pueden sobrevenir de manera imprevista y dejar grandes heridas y cicatrices de carácter social y económico, llevándonos a ser más conscientes de que también las amenazas climáticas y sus quebrantos son reales, que no están lejanas ni afectan solamente a otras latitudes.

Por eso, aunque en este momento el primer objetivo en el compromiso con la sostenibilidad es mantener vivas el mayor número de empresas, con el menor daño para el empleo, la economía y la sociedad en su conjunto, es necesario aprovechar el impulso que ha experimentado la conciencia social y empresarial sobre la necesidad de proteger el medioambiente y los derechos de todos para una transición justa hacia un planeta y una economía más equilibrada y sostenible.

Aumentar el perímetro de acción de la financiación sostenible

Al mismo tiempo, es necesario aumentar el perímetro de acción de la financiación sostenible más allá de sus actuales focos principales, las energías limpias y su almacenamiento, o el transporte limpio y la eficiencia energética, para extenderlo, entre otros, al sector de la gestión y tratamiento del agua, que se estima mueve en torno a 500.000 millones de dólares y es de trascendencia para la salud del planeta, con una brecha entre la capacidad de suministro y la demanda que en 2030 podría llegar al 40%. Resulta significativa la demanda de avanzar en una taxonomía azul para el ámbito del agua.

Es cierto que la tarea no es fácil, que los retos son abundantes, que los riesgos crecen sigilosamente afectando a las empresas y ciudadanos y a sus activos y que los recursos financieros que se necesitan son muy voluminosos, mucho más de los que actualmente se aportan.

Es necesario extender la regulación, la información y el uso de métricas adecuadas

Es necesario extender la regulación, la difusión de la información y los datos y, en general, la transparencia de los emisores y de las compañías, así como el uso de métricas adecuadas para saber qué es sostenible y qué proyectos o compañías no lo son, arrinconando el greenwashing que deteriora la calidad y la credibilidad de este mercado que tiene en su rigor y credibilidad su principal razón de ser.

Responsabilidad de la industria financiera

La industria financiera debe tomar conciencia de su responsabilidad en este terreno y asumir estos desafíos canalizando los recursos financieros que se requieren a través de los diversos instrumentos existentes: bonos verdes, sociales u otras innovaciones como los Transition Bonds, los Sustainability Linked Bonds (SLB), la titulización verde, los préstamos sostenibles o cualquier otra fórmula.

En unos momentos en los que la aparición y las expectativas favorables en torno a las vacunas parecen acercarnos a la solución contra el COVID-19, es preciso buscar una vacuna contra el cambio climático, la vacuna climática, con la misma urgencia y ambición que la vacuna sanitaria, y garantizar así no sólo la recuperación de la actividad económica sino también su sostenimiento a medio y largo plazo.

Juan Carlos Villanueva es Secretario General del Observatorio Español de la Financiación Sostenible – OFISO

-Publicado en el Informe Anual OFISO