Goldman Sachs rebaja la opinión sobre Caixabank, la entidad bancaria líder en Cataluña y entre las primeras de España; disminuyen las ventas en algunos segmentos de la economía catalana. La marcha hacia el referéndum comienza a hacer sentir sus efectos negativos en la economía catalana, y los tendrá también, a no dudar, sobre la economía española. Se ha ido demasiado lejos.
Se ha ido demasiado lejos y esperemos que todos aprendamos de ello. Tras la sesión del Parlamento catalán del miércoles pasado con la polémica aprobación de la Ley del referéndum, se nos echan encima como algo inexorable la fecha del 1 de octubre, fecha del referéndum para la independencia de Cataluña, pero tambien las que le seguirán, el 2, 3 ,4 …. El gobierno central parece haber reaccionado con la aparente energía como para frenar este primer envite. Pero, ¿está en condiciones de actuar con inteligencia ante lo que puede venir detrás?
Las razones por las que hemos llegado hasta aquí son diversas y cada uno puede poner el acento en la que desee: sentimientos nacionalistas llevados al extremo, tapar actuaciones irregulares de gobernantes catalanes históricos, una huida hacia delante de quienes han gobernado durante décadas, pero han caído en la desgracia electoral en los tiempos recientes. Pero se ha llegado demasiado lejos.
Los nacionalistas han aceptado a los más extremistas como muleta y puede ser el estoque con el que pueden hallar su muerte politica
El nacionalismo burgués catalán, imperante durante décadas en Cataluña no se ha resignado ante su propio agotamiento y ha creído encontrar en la huida hacia adelante del independentismo su remedio y su tabla de salvación. En su debilidad ha aceptado a los más extremistas como muleta, y han acabado convirtiéndose en el estoque con el que pueden hallar su muerte definitiva. En todo caso, se ha ido demasiado lejos.
De deslealtad en deslealtad
Los gobernantes de la comunidad autónoma catalana llevan varios años saltando de deslealtad en deslealtad hacia el Estado, la Constitución y las normas, como si se sintieran por encima de la ley, ungidos por un derecho cuasi divino, el de su nacionalismo, que les permite desoír y despreciar el ordenamiento jurídico.
Para ellos solo hay una ley que administran a su antojo: su agenda hacia la independencia. Con ella lanzan las proclamas más ofensivas y humillantes para la ciudadanía española, incluida la catalana; y avisan de que su ansiada república catalana tendrá de democrática lo que ellos quieran, los jueces serán nombrados por ellos, los periodistas deberán guardarles pleitesía y la crítica será considerada un insulto a la República. Se ha ido demasiado lejos.
Se ha ido demasiado lejos y son muchos los que lo han permitido. No se ha llegado a la actual situación en unos pocos meses. Llevamos años cediendo unos y otros y preparando el terreno para la llegada de los más radicales, los más atrevidos, los que están dispuestos a actuar contra toda lógica, contra el sentido común (el célebre “seny” catalán) y contra el más mínimo atisbo de racionalidad.
Nadie creía que se atreverían a tanto, que llegarían al actual nivel de irracionalidad
La inacción del gobierno y muchas instituciones y la frivolidad de muchos integrantes de la oposición se debe, posiblemente, a que en los últimos años nadie creía que se atreverían a tanto, que llegarían al actual nivel de irracionalidad y falta de sentido. “No se atreverán”, habrán pensado muchos de nuestros políticos nacionales a los que habría que hacer pagar su falta de visión y de conocimiento de la realidad.
Han actuado como los bebés
Los avisos han sido múltiples durante estos años para quien hubiera querido verlos. Los nacionalistas/soberanistas/radicales de Cataluña han ido dando un paso tras otro tentando y provocando al Estado. Han actuado como actúan los bebés y los niños pequeños, midiendo a quien debe cuidarlos y a sus mayores para ver hasta dónde pueden llegar. Y lo que consigan cada vez es terreno conquistado. La próxima vez partimos desde lo ya conseguido. Y se ha llegado demasiado lejos.
Parece mentira que quienes debían poner coto a los excesos que se cometían delante de las narices de los gobernantes mirasen una y otra vez para otro lado. Probablemente, ha pesado mucho en esta actitud el temor a que se les tachara de centralistas, de españolistas, liberticidas ó, incluso, se les llegara a aplicar el calificativo más grueso: el de malditos fascistas.
De ahí que los independentistas hayan ganado la batalla de los mensajes, del relato y de la presencia en la calle y en la opinión pública. Los que debían velar por el cumplimiento de la legalidad han ocultado la cabeza bajo el ala. Ha faltado visión, sagacidad y profesionalidad.
Los independentistas han actuado con diligencia, de forma organizada, diseñando una política informativa y de comunicación de gran eficacia. ¿Alguien cree que los eslóganes del independentismo, que han llegado a calar en una buena parte de la población, han surgido de modo espontáneo? Hay mucho trabajo de agencia detrás, mucho “copy”, mucha preparación. Para desgracia de los que debían velar por la unidad, han trabajado con mucha profesionalidad. La que ha faltado en el otro campo.
Aún hay tiempo para actuar con inteligencia
Posiblemente, a corto plazo, ya no quede otra opción que la firmeza y la aplicación estricta de la ley para frenar la celebración del referéndum y su aprovechamiento por parte de los “indepes”.
Sin embargo, el que crea que esas actuaciones bastarán para acabar con el suflé independentista no se entera de nada. Tras el día 1 de octubre, vendrá el día 2, el 3, el 4 y así, sucesivamente.
Es entonces cuando se debe imponer la inteligencia para elaborar el relato del postreferndum, para poner en manos de profesionales la elaboración de mensajes que calen en la población. Para que los ciudadanos catalanes y todos los españoles tomen conciencia de la gran mentira a la que estaban convocados, del daño sobre sus vidas y haciendas que supondría una Cataluña independiente, una república catalana fuera del euro, sin capacidad para financiarse, sin muchas de las grandes empresas que hoy tiene y que se irían fuera de Cataluña, con un quebranto notable para sus ventas fuera de la república, con dificultades para pagar a sus funcionarios, a sus policías, sus médicos, sus educadores; y, en definitiva, con un grave deterioro en la calidad de vida de todos los catalanes.
Demostrar que su desconexión de España es peor opción que su permanencia, para Cataluña y toda España
Pero, sobre todo, es entonces cuando los políticos deben tener la suficiente lucidez y amplitud de miras para encontrar nuevos caminos y nuevas fórmulas para dar cauce y desaguar las profundas tensiones que se han ido creando y que seguirán existiendo tras el 1 de octubre. Es necesario ofrecer a los catalanes y negociar con ellos un proyecto, o al menos unos canales para vehicular sus aspiraciones legítimas y demostrar que su desconexión de España es mucho peor opción que su permanencia, para Cataluña y para el conjunto de España.
No vale decir que la reforma de la Constitución es sólo una ocurrencia de algunos partidos de la oposición. Es hora de buscar nuevas ideas de cara a la financiación de las Comunidades Autónomas. Es hora de las soluciones políticas compartidas. Quizá por ahí es por donde haya que intentar llegar más lejos.