Mucho se ha hablado y escrito acerca de los riesgos de la deuda corporativa en el actual entorno de tendencia tipos de interés y respecto de las incertidumbres políticas y comerciales que existen actualmente en el ámbito internacional, situación que afectaría de manera especial a la deuda de los países emergentes debido a su mayor vulnerabilidad, la menor estabilidad de sus gobiernos y la dependencia en muchos casos de la evolución general de la economía y de la buena o mala marcha de determinadas economías o países y, particularmente, de la evolución de los mercados de determinadas materias primas.
En este contexto los países emergentes suelen ser vistos como países en los que la evolución económica y, especialmente, los periodos de recesión tienen un impacto de mayor envergadura que en países de más solidez política económica y empresarial, señala Selfbank en un reciente análisis.
El contexto de incertidumbre y amenazas parecerían perjudicar la deuda corporativa de emergentes
De ahí que un contexto como el actual, de enorme incertidumbre política y de amenazas para la buena marcha de las economías y de los mercados financieros y de materias primas, podría resultar especialmente perjudicial para las economías emergentes y en particular para la deuda corporativa de esos países.
Riesgo de tipo de cambio
A ello se suma el riesgo de tipo de cambio puesto que los inversores institucionales que inviertan en deuda corporativa en moneda local de países como China, Brasil, Tailandia, etc. suelen experimentar caídas en su rendimiento en periodos en los que el dólar se fortalece, como está ocurriendo en el momento actual, ya que entre otras cosas su valor liquidativo suele estar referido al dólar o euro con lo que el riesgo de tipo de cambio se hace aún mucho mayor.
A pesar de estas circunstancias o de estas condiciones desfavorables Self Bank matiza que se pueden encontrar razones por las que invertir en este tipo de activos, considerando que el daño o el impacto negativo del actual entorno económico y financiero no vaya a ser tan profundo como podría esperarse de las reflexiones anteriores.
A pesar de ello Self Bank cree que el impacto no va a ser tan negativo
Está gestora indica en este sentido que “en los últimos 10 años la deuda corporativa de mercados emergentes ha crecido muchísimo” y en apoyo de esta idea señala que en la actualidad en estos países hay más de 600 emisores corporativos diferentes frente a los sólo 150 emisores soberanos, lo que favorece la capacidad de elección de emisiones privadas.
Esta mayor diversificación y capacidad de elección entre estos emisores se ha traducido en una menor volatilidad y menor riesgo de los bonos corporativos frente a los bonos soberanos de estos países, hasta el punto de que la deuda privada en este momento muestra una mayor calidad y calificación crediticia que la deuda soberana.
Mejor rating
De hecho el rating medio del índice de Deuda Corporativa JP MoJP Morgan CEMBI (Corporate Emerging Markets Bond Index) es BBB-, con un 59% de emisiones que forman parte del índice con grado de inversión; mientras que el índice JP Morgan EMBI (Emerging Markets Bond Index) obtiene una menor calificación media: BB +; y solamente obtienen la categoría de grado de inversión el 51% de sus bonos; el 49% son considerados high yield, bonos basura.
La duración también se ha convertido en un factor favorable para la deuda corporativa de los países emergentes, factor de especial relevancia en un momento como esté en el que la Reserva Federal americana aumenta los tipos de interés y puede esperarse que ocurra algo similar con el Banco Central Europeo (BCE) a partir de mediados del próximo año 2019.
Los datos de duración y apalancamiento son más ventajosos
En la actualidad la duración de la deuda corporativa de los mercados emergentes es menor que la del resto de los activos de crédito, con una duración media de 4,5 años frente a los 7 años de determinados índices americanos como él US Aggregate Bond estadounidense.
A ello se suma un menor apalancamiento por parte de los bonos corporativos de países emergentes frente a los bonos de deuda corporativa de los países desarrollados, tanto en los bonos con grado de inversión como los high yield bonds, que incluso muestran unas perspectivas de menores defaults para el año en curso que los de la deuda corporativa high yield estadounidense.