El durísimo contexto económico global de esto últimos años está haciendo notar su efecto en estos momentos en muchas empresas que se encuentran en situación complicada, de crisis o precrisis, con serias dificultades financieras y un severo lastre para su desenvolvimiento futuro. ¿hay solución para ellas, para dar la vuelta a su situación, recuperar el pulso y volver a la normalidad? ¿Quién ofrece esa solución?
Hablamos de empresas que se encuentran con una caída en sus ingresos, una subida de sus costes, muy superior a la evolución de sus ingresos, con serios problemas para hacer frente a pago de su deuda, y con un permanente estado de dificultad en su tesorería.
Esta coyuntura agudiza además sus dificultades para obtener recursos ya sea por vía de capital o de recursos ajenos
Debido a esta coyuntura se agudizan además sus dificultades para obtener recursos ya sea por vía de capital o de recursos ajenos, en los mercados financieros o a través del crédito bancario, experimentando un círculo vicioso y un deterioro de su solvencia que amenaza con quebrar su pervivencia. No sólo eso, cuando se llega a estos niveles de crisis empresarial la reputación se resiente y con ello aparecen nuevos e imprevisibles problemas.
Lo primero, un análisis y examen riguroso de la situación y las causas
Aunque puede parecer elemental, la primera medida a adoptar es la del análisis riguroso y sincero de la situación, examinar todos los factores del negocio de manera realista para detectar fielmente las causas reales del deterioro, próximas o más o menos estructurales en la gestión y desarrollo del negocio. Un examen que puede realizarse con los medios y recursos propios o apoyándose en un consultor si la situación financiera lo permite. Será así como podamos ponernos en el camino correcto para encontrar soluciones y para reforzar nuestra estructura y prevenir las dificultades futuras.
Esta tarea de análisis nos permitirá diseñar un plan de recuperación para gestionar la crisis. La gestión de la crisis comienza con la elaboración de un estado de la situación.
Deloitte establece tres fases necesarias dentro de un plan de gestión de crisis:
Preparación e identificación de amenazas: Conocer los riesgos a los que se enfrenta la empresa puede marcar la diferencia entre poder anticipar y gestionar una crisis o estar expuesto a las consecuencias de no comprender su importancia y alcance. Por tanto, asignar responsabilidades, definir los roles y planificar los procedimientos de gestión son aspectos imprescindibles en el proceso. Tras esto, es necesario crear un plan de acción, que contextualice y monitorice la estrategia de actuación.
Respuesta: La empresa requiere de una gran capacidad de adaptación y agilidad en la toma de decisiones, así como confianza en sus protocolos y estructura organizativa previamente testados. Además, contar con una estrategia de comunicación bien definida e integrada en la organización permite favorecer la gestión de la crisis en todo momento.
Recuperación: Tras la recuperación, el reto es identificar amenazas, minimizar debilidades, investigar oportunidades y testar e implementar mejoras de manera continua. Monitorizar el proceso de recuperación permitirá una estructura organizativa adecuada, que pueda gestionar con coherencia y responsabilidad todo el ciclo de vida de una crisis.
Seis recomendaciones para hacer frente a una crisis
CESCE, desde una posición privilegiada a la hora de conocer las dificultades por las que atraviesan hoy las empresas, propone seis recomendaciones para hacer frente a una crisis empresarial y aumentar la resiliencia futura de nuestra compañía. Son éstas:
Aumentar la amplitud y diversificación del negocio
Es fundamental que los mercados, el mercado objetivo y el porfolio de una empresa sean lo más amplios posibles para poder así resistir a las épocas de vacas flacas. Una empresa presente en 20 países con 20 productos lo tendrá más fácil que otra que es local y basa sus ingresos en una o dos referencias. Un buen ejemplo de ello lo tuvimos en el pasado con la crisis financiera a raíz de la caída de Lehman Brothers en EEUU. Dicha recesión impactó de pleno en las cajas de ahorros a las que hubo que rescatar con más de 60.000 millones, porque concentraban su negocio en un entorno local, además de tener un cliente tipo que se vio muy afectado por el negativo contexto económico.
Capacidad de adaptación
En tiempos de crisis es imprescindible poder cambiar rápidamente la estructura de costes de un negocio para poder adaptarse a una importante caída de la demanda. Esta es la razón que ha llevado a muchas firmas a externalizar partes no críticas del negocio. Así es más sencillo prescindir de áreas cuya utilidad en los malos momentos es escasa. En este sentido, los rápidos cambios realizados por distintos restaurantes buscando alianzas para poder ofrecer el servicio a domicilio demostró una encomiable capacidad de adaptación durante la pandemia.
Solvencia financiera
Es cierto que una empresa que no tenga deudas suele significar que rehuye inversiones que impulsen los ingresos. Pero también es verdad que cuando llegan las vacas flacas y la facturación se resiente, es fundamental gozar de una sólida posición de tesorería o caja, para hacer frente a los compromisos financieros. La reciente crisis de Covid ha dejado patente los problemas de muchas pymes, que se han visto incapaces de afrontar sus pagos ante el frenazo en seco de los ingresos.
Capacidad de innovación
Este aspecto del negocio está muy relacionado con la capacidad de anticipación. Pero es que la realidad ha dejado patente que aquella empresa que no apuesta por innovar suele comportarse de un modo mucho más lento a la hora de cambiar y adaptarse a las nuevas necesidades que una crisis provoca. En el buen sentido, es encomiable la rapidez con la que sectores como el textil o la distribución alimentaria se han lanzado al canal digital durante los confinamientos. Esa facilidad para reorientar el negocio ha salvado muchas firmas.
Independencia logística
Una huelga organizada por los camioneros ha dejado supermercados desabastecidos. En lo más duro de la pandemia, casi todo Occidente fue incapaz de proteger adecuadamente a la población y al personal sanitario ante la carencia de EPIS y mascarilla. Y qué decir de la industria del motor que ha venido sufriendo la carencia de semiconductores. O de la elevada dependencia de la UE al gas ruso, que ha disparado el precio de la energía. Estos ejemplos dejan patente que la dependencia en el ámbito logístico es una lacra a la hora de enfrentarse una crisis. Las empresas deben aprender la lección y dotarse de alternativas.
Compromiso ESG
Hasta el momento, la sostenibilidad o el buen gobierno no eran factores claves a la hora de afrontar una recesión con más o menos garantías. Pero es obvio que, en el futuro, la empresa que ignore los compromisos ESG está abocada a sufrir con mayor hondura los efectos de una crisis.